domingo, 14 de noviembre de 2010

"O Pintor do Sombreiro de Malvas" - Marcos Calveiro


 
¿Qué sucedería si pudiésemos retroceder en el tiempo y presenciar el momento en que magníficas obras de arte como La Noche Estrellada fueron pintadas? O Pintor do Sombreiro de Malvas permite eso y mucho más. Es todo un homenaje al arte, a la fascinante pintura de Van Gogh. Es como un lienzo donde cada acontecimiento es una pincelada de color, un paseo de la mano del mismo Van Gogh a través de trigales infinitos, de colinas alfombradas de amapolas, de merenderos a pie de río en la encantadora villa de Auvers-Sur-Oise.

Marcos Calveiro recibe el Premio Lazarillo de Literatura Juvenil conjugando acertadamente realidad y ficción. Nos encontraremos con las vivencias y sentimientos de un adolescente frustrado que pasa el verano en Auvers, en casa de su tía, quien sólo ve en él la vergüenza y el fracaso de su madre. Y a través de él conoceremos a Van Gogh y a los temibles fantasmas que lo atormentan. Sufriremos su tristeza, su soledad, su angustia y su desasosiego en nuestra propia piel, y perderemos el sentido con cada copa de absenta que beba el pintor.

Las vidas y aventuras de nuestros protagonistas, se aderezan con la magnífica inclusión de elementos históricos: libros de Zolá, citas de Dickens, comentarios de Van Gogh sobre las obras de Cézanne o Degas, las cartas y visitas de su hermano Theo, la relación con el doctor Gachet... elementos que dan vida al texto al tiempo que desdibujan una línea muy fina entre realidad y ficción.

La delicada prosa, cuidada hasta el más mínimo detalle, hace que las páginas vuelen sin cesar... Es un lujo poder leer una obra en su idioma original, sin los filtros que los traductores (con todo mi respeto y admiración) puedan aplicar . Cada lengua tiene su magia, una musicalidad especial que es muy difícil de traducir... Y esa magia puede encontrarse en este libro por todas partes. Un vocabulario magistralmente escogido que nos muestra la riqueza y el lirismo de la lengua gallega.


A vila axiña quedou atrás e internámonos nos prados e trigais. Vincent miraba cos ollos estartelados dun lado para outro na procura da escena axeitada. Ao lonxe, preto dunha gran meda, un feixe de mulleres traballaban nun prado co espiñazo dobrado. De improviso, detívose, montou o cabalete e puxo o lenzo enriba. Logo abriu a maleta, sacou pinturas e pinceis e púxose a pintar.  
-  Que andarán a facer? 
-  Quere que vaia preguntarlles? - ofrecinme
-  Non, non, iso desvelaría o misterio. Prefiro pintalas así, a cegas, sen saber moi ben a que se dedican.
Levaba razón. Non sei se arrincaban malas herbas ou recollían chícharros. Traballaban de vagar, mecánicamente, coma as bielas dunha locomotora, e de cando en vez a airexa traía o eco do seu cantaruxar. As mulleres aquelas parecían levar alí séculos. Chantadas ergueitas, como as árbores e os outeiros, semellaban agromar da mesma terra, como se formasen parte dela dende a noite dos tempos.

1 comentario:

  1. Estou facendo un traballo sobre esta obra , que me gustou moito e descubriume a obra de V.Van Gogh,gracias.

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